Por Oscar Schiappa Pietra
Esta entrada contiene un artículo de: Oscar Schiappa-Pietra Magister en Gestión Pública, Kennedy School of Government, Harvard University. Magister en Derecho Internacional y Comparado, George Washington University. Magister en Planeamiento y Políticas Sociales, London School of Economics and Political Science. Magister en Derecho con Mención en Derecho Internacional Económico, Pontificia Universidad Católica del Perú. Profesor del MBA de ESAN.
Para
comprender e intentar transformar los conflictos socio-ambientales de las
empresas mineras en el Perú se requiere adoptar marcos conceptuales de mayor
capacidad analítica, que consideren los impactos intangibles que la minería
genera sobre las comunidades locales. La Teoría de las Necesidades Humanas
Básicas es útil para tal empeño. En la experiencia de muy diversos países, la
minería afronta la paradoja de ser una actividad extractiva que suele generar
oposición y rechazo pese a sus significativos impactos en las economías locales
y nacionales.
La combinación de adecuadas políticas públicas y corporativas
permite reducir esas expresiones y forjar escenarios de sana convivencia entre
las empresas y las comunidades. Los enfoques prevalecientes para comprender e
intentar transformar los conflictos socio-ambientales de las empresas mineras
en el Perú suelen ser conceptualmente limitados, sesgados o errados, y ello
conspira contra la posibilidad de gestionarlos constructivamente.
La evidencia
es concluyente: en diversos escenarios, la cosmovisión y la conducta de las
poblaciones locales ha entrado en colisión frontal con los puntos de vista e
intereses empresariales agravando esos conflictos sin que se hallen soluciones.
Otro aspecto a considerar es que estos enfoques prevalecientes se caracterizan
genéricamente por sobredimensionar el rol causal de variables ideológicas, los
protagonismos individuales o meramente materiales, y de reducir el elenco de
objetivos de las partes confrontadas a meras competencias por recursos o por
poder, a expensas de explicaciones más comprehensivas.
Esos enfoques ignoran o
minimizan el reconocimiento de que la minería de gran escala es una actividad
caracterizada por la radical, intensa, multifacética y súbita transformación de
todo su entorno; y que ella conlleva cambios absolutos e irreversibles que
implican incertidumbres, riesgos y temores para las comunidades locales, además
de variadas consecuencias materiales. En el visceral rechazo de algunas
colectividades al inicio de proyectos mineros se entremezclan factores de muy
diversa etiología, incluyendo variables antropológicas y una pronunciada
resistencia al cambio.
En la experiencia internacional, los procesos de
transformación acelerada e intensa generan hondos desequilibrios económicos,
sociales, culturales y psicológicos que suelen estimular la conflictividad. Los
proyectos mineros peruanos no son la excepción: generalmente se despliegan en
localidades altoandinas históricamente abandonadas por el estado (siempre todo
ha permanecido inmóvil e inalterado), donde el desarrollo sigue siendo una
aspiración ignota. Ante el contexto descrito, se requiere de marcos
conceptuales más comprehensivos para aproximarnos al entendimiento de los
conflictos socio-ambientales que afectan a la minería peruana.
De particular
utilidad resulta la Teoría de Necesidades Humanas Básicas, formulada para
tratar de analizar conflictos de diversa etiología en diversas partes del
mundo. Este enfoque complementa y actualiza al expuesto por Abraham Maslow en
su obra de 1943, Una teoría sobre la motivación humana. La Teoría de
Necesidades Humanas Básicas reconoce la gravitación que en escenarios de
conflicto pueden tener los factores causales tradicionalmente reconocidos
(competencia por recursos o por poder), pero sostiene que existen otras
variables -más profundas, irrenunciables y por tanto de más difícil
negociabilidad- que catalizan las confrontaciones.
Algunas de esas necesidades
humanas básicas de especial relevancia para nuestro análisis son: seguridad, la
necesidad de contar con instituciones y entornos que aseguren la
previsibilidad, la estabilidad, y la capacidad de sentirse libres del miedo y
la ansiedad; identidad, el conjunto de expresiones y creencias que informan la
cosmovisión particular de una colectividad, singularizándola y distinguiéndola
de otros segmentos sociales; y pertenencia ,la posibilidad de relacionarse con
otros estableciendo vínculos afectivos y de identidad con ellos. En la
intersección de esas tres variables está la necesidad de seguridad cultural
(garantías de preservación de los códigos y costumbres propios del entorno
social que proveen de sentido a la existencia).
La naturaleza operacional de la
minería de gran escala hace inevitable que afecte, principalmente en sus etapas
iniciales de ejecución, a las necesidades humanas básicas de seguridad,
identidad, pertenencia y seguridad cultural de los individuos en las
comunidades dentro de las zonas de influencia. Estas son variables intangibles
pero fundamentales que, en la experiencia peruana y del resto del mundo, tienen
un inmenso potencial para incentivar protestas sociales y reacciones de grave
violencia colectiva.
La transformación radical, intensa, multifacética y súbita
que la minería conlleva, genera condiciones subjetivas de imprevisibilidad,
inestabilidad, miedo y ansiedad entre las comunidades locales, y la percepción
de frontal amenaza a sus identidades tradicionales.
En esto se evidencia una
sustancial desincronización entre los planes operacionales de las empresas mineras
y la capacidad de adecuación de las comunidades locales frente a los
abrumadores cambios. Las empresas mineras deben adquirir capacidades para
reconocer la afectación que realizan sobre determinadas necesidades humanas
básicas de las comunidades radicadas en sus áreas de influencia, y sobre tal
base incorporar acciones remediales dentro de sus estrategias de relaciones
comunitarias.
Esa afectación es intangible pero real e intensa, y en muchos
casos inevitable, pero puede ser amenguada a través de la formulación y
ejecución de estrategias de desarrollo territorial basadas en la realidad
espacial y cultural del entorno, que identifiquen y garanticen impactos
positivos, sostenibles y tangibles sobre el bienestar y el progreso de las
comunidades afectadas, construyendo así entornos que posibiliten responder bajo
las nuevas circunstancias a las necesidades humanas básicas de seguridad,
identidad, pertenencia y seguridad cultural.
En la percepción usual de las
personas y de las comunidades conmovidas por la actividad minera, ésta escinde
sus vidas en un "antes" que conocen y añoran, y un
"después" cuyos impactos les resultan confusos amenazantes e
imprevisibles.
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