lunes, 21 de enero de 2013

DISCURSO DE BARACK OBAMA TEXTO Y VIDEO

NOTA

El discurso de Barack Obama, con ocasión de la 57 juramentación como Presidente de Estados Unidos, es una pieza memorable. Presentamos la transcripcion completa para los que desean leer el texto en español o inglés. Asimismo el link para visualizarlo en video. 

(Julio Schiappa, editor)






 

DOCUMENTO Íntegro
El discurso del presidente Obama
Consulta, en español, el discurso de investidura de Barack Obama
Vicepresidente Biden, presidente del Tribunal Supremo, miembros del Congreso de los Estados Unidos, distinguidos invitados y compatriotas:
Cada vez que nos reunimos para la toma de posesión de un presidente, somos testigos de la solidez perdurable de nuestra Constitución. Afirmamos la promesa de nuestra democracia. Recordamos que lo que une a esta nación no son los colores de nuestra tez ni los principios de nuestra fe ni los orígenes de nuestros apellidos. Lo que nos hace ser excepcionales, lo que nos hace americanos, es nuestra lealtad a una idea, articulada en una declaración que fue hecha hace más de dos siglos:
“Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas; que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, que entre ellos están la vida, la libertad, y la búsqueda de la felicidad.”
Actualmente continuamos recorriendo un camino que no termina, para enlazar el significado de esas palabras con las realidades de nuestra época. Pues la historia nos dice que, aunque estas verdades son evidentes por sí mismas, nunca han sido ejecutables por sí mismas; que, aunque la libertad es un regalo de Dios, su gente es quien tiene que conseguirla aquí en la Tierra. Los patriotas de 1776 no lucharon para reemplazar la tiranía de un rey con los privilegios de unos cuantos ni con el mandato de un tumulto. Ellos nos entregaron una república, un gobierno de la gente, por la gente y para la gente, encargando a cada generación de mantener seguro nuestro credo fundamental.
Y lo hemos hecho así durante más de doscientos años.
A través de sangre extraída con látigo y sangre extraída con espada, aprendimos que ninguna unión fundamentada en los principios de libertad e igualdad podría sobrevivir siendo medio esclava y medio libre. Nos hicimos una nueva gente y juramos ir adelante todos juntos.
Juntos, determinamos que una economía moderna requiere ferrocarriles y carreteras para agilizar los viajes y el comercio, escuelas y universidades para capacitar a nuestros trabajadores.
Juntos, descubrimos que un mercado libre solo prospera cuando existen reglas que garanticen la competencia y los negocios justos.
Juntos, decidimos que una gran nación tiene que ocuparse de los vulnerables, y proteger a su gente de los peligros y los infortunios peores de la vida.
A lo largo de todo esto, jamás hemos abandonado nuestro escepticismo de autoridad central, ni hemos sucumbido a la ficción de que los males de la sociedad pueden curarse solo a través del gobierno. Nuestra celebración de iniciativa y empresa, nuestra insistencia en el trabajo duro y la responsabilidad personal, esos son factores inamovibles de nuestro carácter.
Sin embargo, siempre hemos entendido que, cuando los tiempos cambian, nosotros también tenemos que hacerlo; que la fidelidad a nuestros principios fundamentales requiere nuevas respuestas a nuevos retos; que preservar nuestras libertades individuales eventualmente requiere una acción colectiva. Pues el pueblo americano no está más capacitado para satisfacer las demandas del mundo actual actuando por sí solo que lo que pudieran haber estado los soldados americanos para hacerles frente a las fuerzas del fascismo o el comunismo con mosquetes y milicias. Ninguna persona por sí sola puede capacitar a todos los maestros de matemáticas y ciencias que necesitaremos para equipar a nuestros hijos para el futuro, ni construir las carreteras y las redes de informática y los laboratorios de investigaciones que traerán nuevos empleos y negocios a nuestras costas. Ahora, más que nunca, tenemos que hacer estas cosas juntos, como una sola nación y un solo pueblo.
Esta generación de estadounidenses ha estado a prueba debido a crisis que han fortalecido nuestra determinación y que han probado nuestra resistencia. Está llegando a su fin una década de guerra. Ha comenzado una recuperación económica. Las posibilidades de los Estados Unidos no tienen límite, pues poseemos todas las cualidades que requiere este mundo sin límites: juventud e impulso; diversidad y transparencia; una capacidad inagotable para el riesgo y una facilidad para la reinvención. Mis compatriotas estadounidenses, estamos hechos para este momento, y lo aprovecharemos, siempre que lo aprovechemos todos juntos.
Pues nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, entendemos que nuestro país no puede tener éxito cuando cada vez menos gente tiene mucho éxito y cada vez más gente apenas puede cubrir sus gastos. Creemos que la prosperidad de los Estados Unidos tiene que ser una responsabilidad que esté sobre los amplios hombros de una clase media creciente. Sabemos que los Estados Unidos prosperan cuando todas las personas pueden disfrutar de independencia y orgullo en el trabajo que hacen; cuando los salarios de un trabajo honesto liberan a las familias de estar al borde de la penuria. Somos fieles a nuestra creencia cuando una niñita que nazca en la más penosa de las pobrezas sepa que ella tiene la misma oportunidad de tener éxito que cualquier otra persona, porque ella es americana, ella es libre, y ella es igual, no solo ante los ojos de Dios, sino ante nuestros propios ojos.
Entendemos que los programas obsoletos son inadecuados para las necesidades de nuestra época. Así es que tenemos que aprovechar nuevas ideas y tecnologías para rehacer nuestro gobierno, renovar nuestro código tributario, reformar nuestras escuelas, y empoderar a nuestros habitantes con las habilidades que necesitan para trabajar más, aprender más, llegar más lejos. Sin embargo, aunque nuestros medios cambiarán, nuestro propósito perdura: una nación que recompensa el esfuerzo y la determinación de cada uno de los estadounidenses. Eso es lo que requiere este momento. Eso es lo que le aportará un verdadero significado a nuestro credo.
Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, aún creemos que todo ciudadano merece un grado básico de seguridad y dignidad. Debemos tomar las decisiones difíciles para reducir el costo de la atención de la salud y el volumen de nuestros déficit. Sin embargo, rechazamos la opinión de que Estados Unidos debe escoger entre cuidar a la generación que edificó este país e invertir en la generación que construirá su futuro. Porque recordamos las lecciones dictadas por nuestro pasado, cuando la gente pasaba sus años crepusculares en la pobreza y los padres de un niño discapacitado no tenían recurso alguno.
No pensamos que la libertad está reservada para los afortunados o la libertad para los pocos en este país. Reconocemos que cualquiera de nosotros, sin importar cuán responsablemente nos conduzcamos en nuestras vidas, puede sufrir la pérdida del trabajo o una enfermedad súbita, o perder la casa a causa de una tormenta horrenda. Los compromisos que nos vinculan el uno al otro a través de Medicare, Medicaid y Seguridad Social, estas cosas no minan nuestra iniciativa, sino que nos fortalecen. Estos programas no nos convierten en una nación de aprovechados, sino que nos liberan para asumir los riesgos que engrandecen a este país.
Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, aún creemos que las obligaciones que tenemos como estadounidenses no se centran solo en nosotros sino en la posteridad de todos. Seguiremos respondiendo a la amenaza del cambio climático sabiendo que, si no actuamos, traicionaríamos a nuestros hijos y a las generaciones futuras. Algunos todavía negarán el dictamen abrumador de la ciencia, pero ninguno puede evitar el impacto devastador de los incendios pavorosos, las sequías catastróficas y las tormentas más potentes.
El sendero que conduce a los recursos de energía sostenible será largo y a veces difícil. Pero debemos estar a la cabeza, pues Estados Unidos no puede resistirse a esta transición. No podemos ceder a otras naciones las tecnologías que pondrán en marcha nuevos empleos y nuevas industrias, debemos adueñarnos de la promesa que ofrecen dichas tecnologías. Así es como mantendremos nuestra vitalidad económica y nuestro tesoro nacional: nuestros bosques y vías fluviales, nuestros terrenos cultivados y cumbres nevadas. Así es como preservaremos nuestro planeta, que Dios nos ha encomendado cuidar. Esa obra dará significado al credo que nuestros ancestros una vez declararon.
Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, aún creemos que la seguridad y la paz duraderas no requieren estar en guerra perpetua. Nuestros valerosos hombres y mujeres uniformados, templados por el fuego de la batalla, no tienen paralelo en talento y coraje. Nuestros ciudadanos, marcados con el recuerdo de aquellos que hemos perdido, conocen demasiado bien el precio pagado para ser libres. El conocimiento de ese sacrificio nos mantendrá siempre vigilantes contra aquellos que amenacen algún daño en contra nuestra. Sin embargo, también somos herederos de aquellos que ganaron la paz y no solo la guerra, que convirtieron a enemigos acérrimos en los más fieles amigos. También debemos absorber estas lecciones esta vez.
Seguiremos defendiendo a nuestro pueblo y sosteniendo nuestros valores con la fuerza de las armas y el estado de derecho. Seguiremos demostrando el valor de intentar resolver pacíficamente nuestras diferencias con otras naciones, no porque seamos ingenuos sobre los peligros que enfrentamos sino porque la participación activa en una solución puede eliminar las sospechas y el temor de manera más duradera.
Estados Unidos seguirá siendo el áncora de alianzas sólidas en cada rincón del globo. Y renovaremos aquellas instituciones que amplíen nuestra capacidad para gestionar las crisis en el extranjero, pues nadie tiene más en juego en un mundo pacífico que su nación más poderosa. Apoyaremos las democracias en todas partes, desde Asia hasta África, desde las Américas hasta el Medio Oriente, pues así nos inspiran nuestros intereses y nuestra consciencia para obrar a favor de aquellos que anhelan ser libres. Además, debemos ser fuente de esperanza para los pobres, los enfermos, los marginados, las víctimas del prejuicio, no solo por pura caridad, sino porque la paz en nuestro tiempo requiere el fomento constante de aquellos principios descritos por nuestra fe común: tolerancia y oportunidad, dignidad humana y justicia.
Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, declaramos hoy que la más evidente de las verdades, que a todos se nos ha creado igual, es la estrella que todavía nos guía; igual que guió a nuestros antepasados a través de Seneca Falls, y Selma, y Stonewall; igual que guió a aquellos hombres y mujeres, tanto de los que se han cantado alabanzas como de los que no, quienes dejaron sus huellas a lo largo de este gran Parque, para escuchar a un predicador decir que no podemos caminar solos; para escuchar a un Rey proclamar que nuestra libertad individual está vinculada inextricablemente a la libertad de cada una de los habitantes de la Tierra.
Ahora es el deber de nuestra generación continuar lo que empezaron esos pioneros. Porque nuestro recorrido no estará completo hasta que nuestras esposas, nuestras madres y nuestras hijas puedan ganarse la vida como corresponde a sus esfuerzos. Nuestro recorrido no estará completo hasta que a nuestros hermanos y hermanas gay se les trate igual que a todos los demás según la ley, porque, si nos han creado iguales de verdad, entonces el amor que profesamos debe ser también igual para todos. Nuestro recorrido no estará completo hasta que ya no se obligue a ningún ciudadano a esperar horas para poder ejercer su derecho al voto. Nuestro recorrido no estará completo hasta que encontremos una manera mejor de recibir a los inmigrantes esforzados y esperanzados que todavía ven a los Estados Unidos como el país de las oportunidades; hasta que los jóvenes estudiantes e ingenieros brillantes entren a formar parte de nuestra fuerza laboral en lugar de que se les expulse de nuestro país. Nuestro recorrido no estará completo hasta que todos nuestros hijos, desde las calles de Detroit hasta las colinas de los Apalaches y los senderos tranquilos de Newtown, sepan que se les cuida y que se les atesora y que siempre estarán a salvo.
Ése es el deber de nuestra generación: hacer que estas palabras, estos derechos, estos valores, de vida, libertad y búsqueda de la felicidad, sean reales para cada uno de los estadounidenses. El hecho de ser fieles a nuestros documentos sobre los que se fundó Estados Unidos no nos exige que estemos de acuerdo con cada aspecto de la vida. No significa que todos definamos la libertad de la misma manera, ni que sigamos exactamente el mismo camino hacia la felicidad. El progreso no nos obliga a resolver debates de siglos de duración sobre el papel del gobierno para la eternidad, sino que nos exige que actuemos en nuestro tiempo.
Ahora tenemos que tomar decisiones, no podemos permitirnos el retraso. No podemos confundir el absolutismo con los principios, ni sustituir la política con el espectáculo, ni tratar los insultos como un debate razonado. Tenemos que actuar, sabiendo que nuestro trabajo no será perfecto. Tenemos que actuar, sabiendo que las victorias de hoy solo serán parciales, y que será el deber de los que estén aquí dentro de cuatro años, y 40 años, y 400 años a partir de hoy hacer avanzar el espíritu atemporal que se nos confirió una vez en un desolado salón de Filadelfia.
Mis compatriotas estadounidenses, el juramento que he hecho hoy ante ustedes, como el que hicieron otros que sirven en este Capitolio, fue un juramento ante Dios y ante el país, no ante un partido ni una facción. Y debemos cumplir fielmente esta promesa mientras dure nuestro mandato. Pero las palabras que he dicho hoy no son tan diferentes al juramento que hacen los soldados cada vez que se enlistan, ni del que hacen los inmigrantes cuando realizan sus sueños. Mi juramento no es tan diferente a la promesa que todos hacemos a la bandera que ondea al viento y que llena de orgullo nuestros corazones.
Son las palabras de los ciudadanos, y representan nuestra mayor esperanza. Ustedes y yo, como ciudadanos, tenemos el poder de encauzar el rumbo de este país. Ustedes y yo, como ciudadanos, tenemos la obligación de moldear los debates de nuestro tiempo, no solamente con nuestros votos, sino con las voces que elevamos en defensa de nuestros valores ancestrales e ideales imperecederos.
Abracemos ahora cada uno de nosotros, con deber solemne y alegría indescriptible, lo que es nuestro patrimonio duradero. Con un esfuerzo común y un propósito común, con pasión y dedicación, contestemos al llamado de la historia, y llevemos a un futuro incierto esa preciada luz de libertad.
Gracias, Dios los bendiga, y que bendiga para siempre a estos Estados Unidos de América.
Traducción facilitada por la Casa Blanca

President Obama’s second inaugural address (Transcript)

Updated: Monday, January 21, 12:30 PM


PRESIDENT OBAMA: Thank you. Thank you. Thank you so much.
Vice President Biden, Mr. Chief Justice, members of the United States Congress, distinguished guests, and fellow citizens, each time we gather to inaugurate a president, we bear witness to the enduring strength of our Constitution. We affirm the promise of our democracy. We recall that what binds this nation together is not the colors of our skin or the tenets of our faith or the origins of our names.
OBAMA: What makes us exceptional, what makes us America is our allegiance to an idea articulated in a declaration made more than two centuries ago. We hold these truths to be self-evident, that all men are created equal.
(APPLAUSE)
That they are endowed by their creator with certain unalienable rights, and among these are life, liberty, and the pursuit of happiness. Today we continue a never ending journey to bridge the meaning of those words with the realities of our time. For history tells us that while these truths may be self-evident, they’ve never been self-executing. That while freedom is a gift from God, it must be secured by his people here on earth.
OBAMA: The patriots of 1776 did not fight to replace the tyranny of a king with the privileges of a few, or the rule of a mob. They gave to us a republic, a government of, and by, and for the people. Entrusting each generation to keep safe our founding creed. And for more than 200 years we have. Through blood drawn by lash, and blood drawn by sword, we noted that no union founded on the principles of liberty and equality could survive half slave, and half free.
OBAMA: We made ourselves anew, and vowed to move forward together.
Together we determined that a modern economy requires railroads and highways to speed travel and commerce, schools and colleges to train our workers. Together we discovered that a free market only thrives when there are rules to ensure competition and fair play. Together we resolve that a great nation must care for the vulnerable and protect its people from life’s worst hazards and misfortune.
Through it all, we have never relinquished our skepticism of central authority, nor have we succumbed to the fiction that all societies ills can be cured through government alone. Our celebration of initiative and enterprise, our insistence on hard work and personal responsibility, these are constants in our character.
For we have always understood that when times change, so must we, that fidelity to our founding principles requires new responses to new challenges, that preserving our individual freedoms ultimately requires collective action.
For the American people can no more meet the demands of today’s world by acting alone than American soldiers could have met the forces of fascism or communism with muskets and militias. No single person can train all the math and science teachers we’ll need to equip our children for the future. Or build the roads and networks and research labs that will bring new jobs and businesses to our shores.
OBAMA: Now, more than ever, we must do these things together, as one nation, and one people.
(APPLAUSE)
This generation of Americans has been tested by crises that steeled (ph) our resolve and proved our resilience. A decade of war is now ending.
(APPLAUSE)
And economic recovery has begun.
(APPLAUSE)
America’s possibilities are limitless, for we possess all the qualities that this world without boundaries demands: youth and drive, diversity and openness, of endless capacity for risk and a gift for reinvention.
My fellow Americans, we are made for this moment and we will seize it, so long as we seize it together.
(APPLAUSE)
For we, the people, understand that our country cannot succeed when a shrinking few do very well and a growing many barely make it.
(APPLAUSE)
We believe that America’s prosperity must rest upon the broad shoulders of a rising middle class. We know that America thrives when every person can find independence and pride in their work, when the wages of honest labor will liberate families from the brink of hardship.
OBAMA: We are true to our creed when a little girl born into the bleakest poverty knows that she has the same chance to succeed as anybody else because she is an American, she is free, and she is equal not just in the eyes of God but also in our own.
(APPLAUSE)
We understand that outworn (ph) programs are inadequate to the needs of our time. So we must harness new ideas and technology to remake our government, revamp our tax code, reform our schools, and empower our citizens with the skills they need to work hard or learn more, reach higher.
But while the means will change, our purpose endures. A nation that rewards the effort and determination of every single American, that is what this moment requires. That is what will give real meaning to our creed.
We, the people, still believe that every citizen deserves a basic measure of security and dignity. We must make the hard choices to reduce the cost of health care and the size of our deficit.
(APPLAUSE)
But we reject the belief that America must choose between caring for the generation that built this country and investing in the generation that will build its future.
(APPLAUSE)
For we remember the lessons of our past, when twilight years were spent in poverty and parents of a child with a disability had nowhere to turn. We do not believe that in this country freedom is reserved for the lucky or happiness for the few. We recognize that no matter how responsibly we live our lives, any one of us at any time may face a job loss or a sudden illness or a home swept away in a terrible storm. The commitments we make to each other through Medicare and Medicaid and Social Security, these things do not sap our initiative.
OBAMA: They strengthen us.
(APPLAUSE)
They do not make us a nation of takers. They free us to take the risks that make this country great.
(APPLAUSE)
We, the people, still believe that our obligations as Americans are not just to ourselves, but to all posterity. We will respond to the threat of climate change, knowing that the failure to do so would betray our children and future generations.
(APPLAUSE)
Some may still deny the overwhelming judgment of science, but none can avoid the devastating impact of raging fires, and crippling drought, and more powerful storms. The path towards sustainable energy sources will be long and sometimes difficult. But American cannot resist this transition. We must lead it.
(APPLAUSE)
We cannot cede to other nations the technology that will power new jobs and new industries. We must claim its promise. That’s how we will maintain our economic vitality and our national treasure, our forests and waterways, our crop lands and snow capped peaks. That is how we will preserve our planet, commanded to our care by God. That’s what will lend meaning to the creed our fathers once declared.
OBAMA: We, the people, still believe that enduring security and lasting peace do not require perpetual war.
(APPLAUSE)
Our brave men and women in uniform tempered by the flames of battle are unmatched in skill and courage.
(APPLAUSE)
Our citizens seared by the memory of those we have lost, know too well the price that is paid for liberty. The knowledge of their sacrifice will keep us forever vigilant against those who would do us harm. But we are also heirs to those who won the peace, and not just the war. Who turn sworn enemies into the surest of friends. And we must carry those lessons into this time as well. We will defend our people, and uphold our values through strength of arms, and the rule of law.
We will show the courage to try and resolve our differences with other nations peacefully. Not because we are naive about the dangers we face, but because engagement can more durably lift suspicion and fear.
(APPLAUSE)
OBAMA: America will remain the anchor of strong alliances in every corner of the globe. And we will renew those institutions that extend our capacity to manage crisis abroad. For no one has a greater stake in a peaceful world than its most powerful nation. We will support democracy from Asia to Africa, from the Americas to the Middle East, because our interests and our conscience compel us to act on behalf of those who long for freedom. And we must be a source of hope to the poor, the sick, the marginalized, the victims of prejudice.
OBAMA: Not out of mere charity, but because peace in our time requires the constant advance of those principles that our common creed describes; tolerance and opportunity, human dignity and justice. We the people declare today that the most evident of truth that all of us are created equal -- is the star that guides us still; just as it guided our forebears through Seneca Falls and Selma and Stonewall; just as it guided all those men and women, sung and unsung, who left footprints along this great mall, to hear a preacher say that we cannot walk alone; to hear a King proclaim that our individual freedom is inextricably bound to the freedom of every soul on Earth.
(APPLAUSE)
It is now our generation’s task to carry on what those pioneers began, for our journey is not complete until our wives, our mothers and daughters can earn a living equal to their efforts.
(APPLAUSE)
Our journey is not complete until our gay brothers and sisters are treated like anyone else under the law, for if we are truly created equal, then surely the love we commit to one another must be equal, as well.
(APPLAUSE)
Our journey is not complete until no citizen is forced to wait for hours to exercise the right to vote.
(APPLAUSE)
Our journey is not complete until we find a better way to welcome the striving, hopeful immigrants who still see America as a land of opportunity, until bright young students and engineers are enlisted in our workforce rather than expelled from our country.
(APPLAUSE)
OBAMA: Our journey is not complete until all our children, from the streets of Detroit to the hills of Appalachia to the quiet lanes of Newtown, know that they are cared for and cherished and always safe from harm.
OBAMA: That is our generation’s task, to make these works, these rights, these values of life and liberty and the pursuit of happiness real for every American.
Being true to our founding documents does not require us to agree on every contour of life. It does not mean we all define liberty in exactly the same way or follow the same precise path to happiness.
Progress does not compel us to settle century’s long debates about the role of government for all time, but it does require us to act in our time.
(APPLAUSE)
For now, decisions are upon us and we cannot afford delay. We cannot mistake absolutism for principle or substitute spectacle for politics, or treat name-calling as reasoned debate.
(APPLAUSE)
We must act. We must act knowing that our work will be imperfect (ph). We must act knowing that today’s victories will be only partial, and that it will be up to those who stand here in four years and 40 years and 400 years hence to advance the timeless spirit once conferred to us in a spare Philadelphia hall.
OBAMA: My fellow Americans, the oath I have sworn before you today, like the one recited by others who serve in this Capitol, was an oath to God and country, not party or faction.
And we must faithfully execute that pledge during the duration of our service. But the words I spoke today are not so different from the oath that is taken each time a soldier signs up for duty, or an immigrant realizes her dream.
My oath is not so different from the pledge we all make to the flag that waves above and that fills our hearts with pride. They are the words of citizens, and they represent our greatest hope. You and I, as citizens, have the power to set this country’s course. You and I, as citizens, have the obligation to shape the debates of our time, not only with the votes we cast, but the voices we lift in defense of our most ancient values and enduring ideas.
(APPLAUSE)
Let us each of us now embrace with solemn duty, and awesome joy, what is our lasting birthright. With common effort and common purpose, with passion and dedication, let us answer the call of history and carry into an uncertain future that precious light of freedom.
Thank you.
God bless you.
And may He forever bless these United States of America.
END

 

 

 

lunes, 14 de enero de 2013

PACO BARDALES DE EL TROME ACLARA A LOS REVOCADORES




 Por Paco Bardales-Diario "El Trome"

Para empezar esta columna y que se entienda mi posición, debo decir -en primer lugar- que no voté por Susana Villarán y tampoco la conozco. Es más, en su momento, opiné que Lourdes Flores y su equipo presentaban una alternativa más coherente y responsable para hacerse cargo del municipio limeño. Fuerza Social, valgan verdades, había articulado una lista con gente improvisada, dotada de buenas intenciones, aunque cero experiencia en gestión municipal.

Pero vivimos en una democracia y, principalmente en nuestro país, no siempre el mejor candidato o la mejor propuesta gana, pero Susana triunfó en buena ley, y partidarios y adversarios reconocieron y saludaron su triunfo, y, en un ejemplo de respeto a la democracia y a la ciudad, ofrecieron colaborar en todos los proyectos que beneficien a la capital. Pero no todos se comprometieron en esta tarea. Hubo quienes sudaron frío y comenzaron a timbrar desesperados a conspicuos y “turbios” operadores políticos, cuando el flash a boca de urna anunció el triunfo de Susana.

Al “Mudo” le volvió el habla y ordenó que cuanto antes se organice un plan para derribar, como sea, a la alcaldesa. Una cosa sí tenía en claro Villarán al asumir su cargo: Primero, iniciar una gestión transparente y honesta y, en segundo lugar, llevar a la justicia al responsable directo del caso “Comunicore”, que hizo perder ¡¡36 millones de soles!! al municipio limeño. Este caso debería reabrirse en el Poder Judicial. La millonaria campaña con que se inició la revocatoria seguramente salió de ese dinero sucio y mal habido. Es falso que naciera de un sentimiento espontáneo por la “desastrosa” gestión, por el fracaso en la playa La Herradura, el desalojo en La Parada o el desborde del Río Hablador en las obras de la Vía Parque Rímac.
Los turbios planes de la revocatoria se iniciaron ni bien Susana asumió el cargo. Y todo lo que se hace alrededor de ella es oscuro, siniestro, falso. Que no mientan. Respeto la opinión de la gente de la calle. La revocatoria es un ejercicio válido y la población puede estar de acuerdo con la alcaldesa o no. Además, es innegable que los inicios de la gestión de Villarán no fueron de los mejores. Faltó iniciativa, acción directa en los distritos más pobres, con obras efectivas, del día a día, que debieron acompañar a los proyectos de largo plazo.

Pero por eso no se pide la vacancia de una autoridad. Es indignante ver al Apra, el partido de “Don Bieto”, donde abundan los pillos y lobbystas de cuello y corbata, actuar bajo las sombras. Me parece mentira. ¿Quién no recuerda el primer gobierno de Alan García? ¿Del tren fantasma? ¿Los dólares MUC? ¿Los aviones Sukhoi? ¿La carne malograda? ¿La estatización de la banca? Sin embargo, pese al desastre, nadie pidió la vacancia de Alan. Me parece una sinvergüencería que ahora los “compañeros” pidan la revocatoria de una gestión que no está viciada por la corrupción, como si lo están varios conspicuos “revocadores”.

Es mentira que ellos estén buscando el bienestar de la ciudad. Hay calichines del “Doc” que ya están “calentando” porque ven que harán mejores negocios en Lima. ¡Qué vergüenza! Felizmente, los mejores limeños, personalidades cuyo amor a Lima es público y que han servido a la ciudad de manera desinteresada se han opuesto rotundamente. Al margen de las encuestas y los sondeos de opinión, mi voto será en contra de este absurdo proceso, que costará más de 100 millones de soles, y esconde a siniestros personajes, acusados, precisamente, ¡¡de robar a nuestra ciudad!! Apago el televisor.

jueves, 10 de enero de 2013

Así será el 2013



Ignacio Ramonet
Así será el 2013
Por: Ignacio Ramonet (L´Monde español)
Después de haber sobrevivido –el pasado 21 de diciembre– al anunciado fin del mundo, nos queda ahora tratar de prever –con razonamientos prudentes pero más cartesianos– nuestro futuro inmediato, basándonos en los principios de la geopolítica, una disciplina que permite comprender el juego general de las potencias y evaluar los principales riesgos y peligros. Para anticipar, como en unos tableros de ajedrez, los movimientos de cada potencial adversario.
Si contemplamos, en este principio de año, un mapa del planeta, inmediatamente observamos varios puntos con luces rojas encendidas. Cuatro de ellos presentan altos niveles de peligro: Europa, América Latina, Oriente Próximo y Asia.
En la Unión Europea (UE), el año 2013 será el peor desde que empezó la crisis. La austeridad como credo único y los hachazos al Estado de bienestar continuarán porque así lo exige Alemania que, por primera vez en la historia, domina Europa y la dirige con mano de hierro. Berlín no aceptará ningún cambio hasta los comicios del próximo 22 de septiembre en los que la canciller Angela Merkel podría ser elegida para un tercer mandato.
En España, las tensiones políticas aumentarán a medida que la Generalitat de Catalunya vaya precisando los términos de la consulta a los catalanes sobre el futuro de esa comunidad autónoma. Proceso que, desde Euskadi, los nacionalistas vascos seguirán con el mayor interés. En cuanto a la situación de la economía, ya pésima, va a depender de lo que ocurra... en Italia en las próximas elecciones (el 24 de febrero). Y de las reacciones de los mercados ante una eventual victoria de los amigos del conservador Mario Monti (que cuenta con el apoyo de Berlín y del Vaticano) o del candidato de centroizquierda Pier Luigi Bersani, mejor colocado en las encuestas. También dependerá de las condiciones (sin duda brutales) que exigirá Bruselas por el rescate que Mariano Rajoy acabará pidiendo. Sin hablar de las protestas que siguen extendiéndose como reguero de gasolina y que acabarán por dar con algún fósforo encendido... Podrían producirse explosiones en cualquiera de las sociedades de la Europa del sur (Grecia, Portugal, Italia, España) exasperadas por los matraqueos sociales permanentes. La UE no saldrá del túnel en 2013, y todo podría empeorar si, además, los mercados decidieran cebarse (como los neoliberales les están incitando a hacerlo) (1) con la Francia del muy moderado socialista François Hollande.
En América Latina, el año 2013 también está lleno de desafíos. En primer lugar en Venezuela, país que desde 1999 representa un papel motor en los cambios progresistas de todo el subcontinente. La imprevista recaída del presidente Hugo Chávez –reelegido el pasado 7 de octubre– crea incertidumbre. Aunque el dirigente se está restableciendo de su nueva operación contra el cáncer, no pueden descartarse nuevas elecciones presidenciales en febrero próximo. Designado por Chávez, el candidato de la revolución bolivariana sería el actual vicepresidente (equivalente a primer ministro) Nicolás Maduro, un líder muy sólido con todas las cualidades, humanas y políticas, para imponerse.
También habrá elecciones, el 17 de febrero, en Ecuador: la reelección del presidente Rafael Correa, otro dirigente latinoamericano fundamental, ofrece pocas dudas. Importantes comicios asimismo, el 10 de noviembre, en Honduras donde, el 28 de junio de 2009, fue derrocado Manuel Zelaya. Su sucesor, Porfirio Lobo, no puede postularse para un segundo mandato consecutivo. En cambio, el Tribunal Supremo Electoral ha autorizado la inscripción del partido Libertad y Refundación (LIBRE), liderado por el ex presidente Zelaya, que presenta, como candidata, a su esposa y ex primera dama, Xiomara Castro. Importantes elecciones igualmente en Chile, el 17 de noviembre. Aquí, la impopularidad actual del presidente conservador Sebastián Piñera ofrece posibilidades de victoria a la socialista Michelle Bachelet.
La atención internacional también se fijará en Cuba. Por dos razones. Porque continúan en La Habana las conversaciones entre el Gobierno colombiano y los insurgentes de las FARC para tratar de poner fin al último conflicto armado de América Latina. Y porque se esperan decisiones de Washington. En los comicios estadounidenses del pasado 6 de noviembre, Barack Obama ganó en Florida; obtuvo el 75% del voto hispano y –muy importante– el 53% del voto cubano. Unos resultados que le dan al Presidente, en su último mandato, un amplio margen de maniobra para avanzar hacia el fin del bloqueo económico y comercial de la isla.
Donde nada parece avanzar es, una vez más, en el Cercano Oriente. Ahí se encuentra el actual foco perturbador del mundo. Las revueltas de la “primavera árabe” consiguieron derrocar a varios dictadores locales: Ben Alí en Túnez, Mubarak en Egipto, Gadafi en Libia y Saleh en Yemen. Pero las elecciones libres permitieron que partidos islamistas de corte reaccionario (Hermanos Musulmanes) acaparasen el poder. Ahora quieren, como lo estamos viendo en Egipto, conservarlo a toda costa. Para consternación de la población laica que, por haber sido la primera en sublevarse, se niega a aceptar esa nueva forma de autoritarismo. Idéntico problema en Túnez.
Después de haber seguido con interés las explosiones de libertad de la primavera 2011 en esta región, las sociedades europeas se están de nuevo desinteresando de lo que allí ocurre. Por demasiado complicado. Un ejemplo: la inextricable guerra civil en Siria. Ahí, lo que está claro es que las grandes potencias occidentales (Estados Unidos, Reino Unido, Francia), aliadas a Arabia Saudí, Qatar y Turquía, han decidido apoyar (con dinero, armas e instructores) a la insurgencia islamista suní. Ésta, en los diferentes frentes, no cesa de ganar terreno. ¿Cuánto tiempo resistirá el Gobierno de Bachar El Asad? Su suerte parece echada. Rusia y China, sus aliados diplomáticos, no darán luz verde en la ONU a un ataque de la OTAN como en Libia en 2011. Pero tanto Moscú como Pekín consideran que la situación del régimen de Damasco es militarmente irreversible, y han empezado a negociar con Washington una salida al conflicto que preserve sus intereses.
Frente al “eje chií” (Hezbolá libanés, Siria, Irán), Estados Unidos ha constituido en esa región un amplio “eje suní” (desde Turquía y Arabia Saudí hasta Marruecos pasando por El Cairo, Trípoli y Túnez). Objetivo: derrocar a Bachar El Asad –y despojar así a Teherán de su gran aliado regional– antes de la próxima primavera. ¿Por qué? Porque el 14 de junio tienen lugar, en Irán, las elecciones presidenciales (2). A las cuales Mahmud Ahmadinejad, el actual mandatario, no puede presentarse pues la Constitución no permite ejercer más de dos mandatos. O sea que, durante el próximo semestre, Irán se hallará immerso en violentas pugnas electorales entre los partidarios de una línea dura frente a Wa­s­hington y los que defienden la vía de la negociación.
Frente a esa situación iraní de cierto desgobierno, Israel en cambio estará en orden de marcha para un eventual ataque contra las instalaciones nucleares persas (3). En el Estado judío, en efecto, las elecciones generales del 22 de enero verán probablemente la victoria de la coalición ultraconservadora que reforzará al primer ministro Benjamín Netanyahu, partidario de bombardear cuanto antes Irán.
Ese ataque no puede llevarse a cabo sin la participación militar de Estados Unidos. ¿Lo aceptará Washington? Es poco probable. Barack Obama, que toma posesión el 21 de enero, se siente más seguro después de su reelección. Sabe que la inmensa mayoría de la opinión pública estadounidense (4) no desea más guerras. El frente de Afganistán sigue abierto. El de Siria también. Y otro podría abrirse en el norte de Malí. El nuevo secretario de Estado, John Kerry, tendrá la delicada misión de calmar al aliado israelí.
Entretanto Obama mira hacia Asia, zona prioritaria desde que Washington decidió la reorientación estratégica de su política exterior. Estados Unidos trata de frenar allí la expansión de China cercándola de bases militares y apoyándose en sus socios tradicionales: Japón, ­Corea del Sur, Taiwán. Es significativo que el primer viaje de Barack Obama, depués de su ­reelección el pasado 6 de noviembre, haya sido a Birmania, Camboya y Tailandia, tres ­Estados de la Asociación de ­Naciones del Sudeste de Asia (ASEAN). Una organización que reúne a los aliados de Wa­shington en la región y la mayoría de cuyos miembros tienen problemas de límites marítimos con Pekín.
Los mares de China, que designará a Xi Jinping presidente en marzo próximo, se han convertido en las zonas de mayor potencial de conflicto armado del área Asia-Pacífico. Las tensiones de Pekín con Tokio, a propósito de la soberanía de las islas Senkaku (Diaoyú para los chinos), podrían agravarse después de la victoria electoral, el pasado 16 de diciembre, del Partido Liberal-Demócrata (PLD) cuyo líder y nuevo primer ministro, Shinzo Abe, es un “halcón” nacionalista, conocido por sus críticas hacia China. También la disputa con Vietnam sobre la propiedad de las islas Spratley está subiendo peligrosamente de tono. Sobre todo después de que las autoridades vietnamitas colocaran oficialmente, en junio pasado, el archipiélago bajo su soberanía.
China está modernizando a toda marcha su Armada. El pasado 25 de septiembre lanzó su primer portaaviones, el Liaoning, con la intención de intimidar a sus vecinos. Pekín soporta cada vez menos la presencia militar de Estados Unidos en Asia. Entre los dos gigantes, se está instalando una peligrosa “desconfianza estratégica” (5) que, sin lugar a dudas, va a marcar la política internacional del siglo XXI.

(1) Léase el dossier “France and the euro. The time-bomb at the heart of  Europe”, The Economist, Londres, 17 de noviembre de 2012.
(2) En Irán, el presidente no es el jefe de Estado. El jefe de Estado es el Guía Supremo, elegido de por vida, y cuya función ejerce actualmente Alí Jamenei.
(3) Léase, Ignacio Ramonet, “El año de todos los peligros”, Le Monde diplomatique en español, febrero 2012.
(4) The New York Times, Nueva York, 12 de noviembre de 2012.
(5) Léase Wang Jisi y Kenneth G. Lieberthal, “Adressing U.S.-China Strategic Distrust”, Broo­kings Institution, 30 de marzo de 2012. www.brookings.edu/research/papers/2012/03/30-us-china-lieberthal