La salida de Raafel Roncagiolo es un evento de la mayor importancia para el país: se vá el gestor de una política exterior que nos iba a dar un trinfo en La Haya. Se va el hombre que conocia mejor a todos los Presidentes de America del Sur, especialmente a la clase política chilena. Esas habilidades,nacidas de una carrera vinculada por 40 años al mundo internacional, nos dieron el canciller mas preparado para manejar alianzas con la pléyade de gobiernos de izquierda que pueblan el sur de América. Se va por una situacion muy delicada al corazón, pero también por motivos políticos: no siempre driblear la pelota con la burocracia diplomática de Torre Tagle termina en una pichanguita exitosa. Fuera de la Cancillería la cosa no es fácil, Sobretodo cuando abundan los echados frente a Chile, los mercantilistas a secas y los oportunistas que con ignorancia desafían la inteligencia diciendo cosas que no entienden bien.
Punto aparte merece el malévolo editorial de "Hildebrandt en sus Trece". Inflamado de envidia y odio hacia un hombre exitoso, encima con un hijo que es el literato que él nunca será, El Enano arrima soberana paliza al ex Canciller, sumándose a los incendiarios, a los resentidos, a toda la turba que arremetión contra Roncagiolo.
Se vá un hombre que siempre fue leal al Perú, a sus valores como hombre de izquierda y a la linea de la diplomacia de Toerre Tagle. Eso lo siente el pueblo a pesar de los incendios de la chusma.
La nota de Nicolás Lynch, que supongo le ha costado varios cafés con Roncagiolo, es un resumen de parte de lo que realmente ocurrió. La publicamos por el evidente interés informativo que tiene este escrito del siempre brillante Nicolás.
Julio Schiappa Pietra
Por Nicolás Lynch
La
derecha está difundiendo la especie de que el ex Canciller Rafael
Roncagliolo ha renunciado por el mal manejo de las últimas mini crisis
con Venezuela y Ecuador. En la peor de las versiones, la de Alan García
que ha inspirado un editorial de El Comercio, su cabeza habría sido
ofrecida a Maduro para calmar los ánimos. Esto no es sino un resumen ad
hoc para sus objetivos de control total del Estado, en este caso de las
relaciones exteriores.
La
renuncia de Roncagliolo se cocina desde hace ya un buen tiempo.
Podríamos decir que es el resultado de una larga serie de equívocos en
política exterior que se remontan al comienzo del gobierno. Ollanta
Humala, como en tantos otros espacios de política general y sectorial,
ha producido un viraje frente a lo que fueron sus propuestas de campaña.
Ha transitado desde ser un entusiasta partidario de la integración
regional, promoviendo la CAN y Unasur, hasta poner el acento en otras
organizaciones como la Alianza del Pacífico y el Trans Pacific Partnership, ambas en la onda de los TLCs promovidos por los Estados Unidos.
Humala
ha producido este viraje siguiendo la misma pauta que en otros
espacios, por intereses propios, personales o de grupo, y por las
presiones de la derecha vía los medios de comunicación. Sin embargo en
política exterior hay algunas variantes. Primero, una relación más
intensa entre el Presidente, encargado constitucional de las relaciones
exteriores, y el ministro del sector que conduce la aplicación de las
mismas, lo que habría dado lugar a una tensión a veces difícil de
administrar. Segundo, una diplomacia mayoritariamente conservadora en
Torre Tagle, ganada por el continuismo neoliberal. Tercero, un
oligopolio mediático ganado controlado por
los grupos de poder económico y empeñado en que nos enemistemos con
nuestros vecinos progresistas. Cuarto, una mayoría congresal
intensamente reaccionaria, especialmente cuando se trata de temas
relativos a los gobiernos de la región. Y quinto, el permanente boicot
dentro del propio gabinete a la gestión de Roncagliolo, especialmente de
parte de los sectores de Economía y Finanzas y de Comercio Exterior y
Turismo, que lo veían en todo momento como un sujeto ajeno a sus filas.
Todas
estas condiciones, además, se daban con una persona que venía del
primer gabinete, encabezado por Salomón Lerner, con una presencia
importante de ministros del centro izquierda. El propio Roncagliolo ha
estado asociado en su vida política con posiciones progresistas y se ha
caracterizado además por tener una amplia experiencia internacional. Su
figura entonces, a pesar de la soledad en la que había quedado en el
gabinete, despertaba a la vez esperanzas y sospechas. El cruce, sin
embargo, terminaría por neutralizarlo.
Su
logro más importante ha sido ¡qué duda cabe! el liderazgo demostrado en
el tema de La Haya, manteniendo y reforzando al equipo original y
permitiendo de esta manera la presentación de un argumento jurídico
impecable ante el tribunal. Cabe destacar también el decoro mantenido
frente a la agresión británica en abril de 2012, cuando estos, en
coordinación con la derecha limeña, pretendían imponerle el recibo al
país de un barco de guerra, en desmedro de nuestra relación con
Argentina y de nuestros compromisos en Unasur.
Sin
embargo, el peso mayor de su gestión parece haberlo tenido una larga
cadena de equivocaciones, de decisiones tomadas a medias o mal tomadas
en el marco de las condiciones señaladas.
· El
caso del Banco del Sur, que ha merecido una adhesión tardía por parte
del Perú recién en el mes de diciembre de 2012, luego de una enconada
batalla con el MEF y a pesar de la simpatía con la idea del Presidente
Humala.
· El
cercenamiento de las oficinas de promoción del comercio exterior de la
estructura de la Cancillería para que pasen al Ministerio de Comercio
Exterior y Turismo, cortando del sector especializado un brazo
fundamental de la política exterior.
· Los
sucesivos errores, motivados ideológicamente, que han llevado a
distanciamientos inútiles con Brasil, Bolivia, Argentina, Ecuador y
Venezuela, especialmente graves en una coyuntura en la que estamos
esperando el fallo de la Corte Internacional de Justicia de la Haya.
· Vale
la pena señalar que el voto del Perú hace pocos días para director
general de la Organización Mundial de Comercio por el candidato
perdedor, Herminio Blanco levantado por México y apoyado por los países
ricos, contra el que resultara ganador, el embajador Roberto Azevedo del
Brasil y candidato de los BRICs y los países en desarrollo, agrega un
punto más a nuestros problemas con Brasil.
· Por
último, la firma de un inopinado Memorándum de entendimiento militar
con los Estados Unidos, parece que presionado por el Ministerio de
Defensa, lo que nos aleja nuevamente de la mayoría de países de la
región en la materia, es el corolario de estos errores.
Parece
ser que todos estos temas fueron creando una creciente incomodidad en
Rafael Roncagliolo, quien, sin embargo, no reaccionó sino que optó por
ir encajando los golpes uno tras otro. De esta manera se configuró un
Canciller débil, dentro de un gobierno débil, al que no le quedaba sino
imitar a su Presidente que ha optado por moverse de acuerdo a las
presiones que recibe. En esta dinámica su salida era nada más una
cuestión de tiempo, que en este caso habría estado decidida por
complicaciones de salud.
En
lo inmediato hay una urgencia que reparar: el distanciamiento con los
países de la región, primer círculo de nuestras relaciones exteriores y
amigos a cortejar en esta coyuntura en la que esperamos un fallo
trascendental. Este no es un tema de política partidaria sino de Estado y
debiera ser asumido con esa urgencia y gravedad por la nueva Canciller.
Esperemos que esté a la altura de las circunstancias.
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